Y tú Pedro, ¿con cebolla o sin cebolla?

Durante la segunda reunión del Consejo Nacional de Seguridad, el día del apagón, el presidente del gobierno lanzó una pregunta que lleva dividiendo el país desde hace más de 200 años: ¿con o sin cebolla?

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4/30/20252 min read

Tanto en la cocina como en la política, hay ingredientes que pueden enriquecer el plato o echarlo a perder. La palabra es un buen ejemplo de aliño. Bien usado, puede hacerte ganar un debate o arruinarlo.

Y eso, precisamente, es lo que ocurrió con la última “gracia” de Pedro Sánchez, que, en medio del horno político, decidió soltar una broma tan insípida como inoportuna: “¿Con cebolla o sin cebolla?”, dijo, bajo mi humilde parecer, comparando la polarización política del país con el eterno debate de la tortilla de patatas.

Es cierto que una pizca de humor puede aliviar tensiones. Pero hay que saber cuándo, cómo y con qué ingredientes sazonarlo. No es lo mismo bromear en una sobremesa entre amigos que en un contexto donde la crispación institucional y social ha alcanzado temperaturas demasiado altas para esta difícil receta.

Porque una cosa es cocinar a fuego lento los acuerdos y otra muy distinta es tapar con una tapadera de chistes la olla a presión en la que se cuece la guarnición del desencanto ciudadano.

La metáfora culinaria, tan socorrida en política, aquí se le volvió en contra al presidente: lo que quiso ser un guiño humorístico, acabó siendo una frivolidad. Porque la tortilla, puede llevar cebolla o no… pero la democracia no puede permitirse que se le caigan los huevos, ni que el chef parezca que no se toma en serio el menú del día.

Quizá el presidente intentó ser cercano, humano, incluso simpático, no me cabe la menor duda. Pero hay momentos en los que una sonrisa mal lanzada no suaviza, sino que irrita. Como la cebolla mal pochada que amarga en lugar de endulzar.

En un país dividido, con heridas abiertas y debates encendidos, convertir la política en una tapa de bar es no entender que, para muchos, lo que está en juego no es el sabor, ni el plato, si no toda la cocina.

Así que, en este tiempo de decisiones importantes, de discursos que arden, de comportamientos gélidos, de prisas por cocinar, de recetas cada vez más adulteradas e insalubres y de tortillas precocinadas, cabe preguntarse: ¿Y usted, qué prefiere? ¿Con cebolla o sin cebolla?