Apagón en España y Portugal.

Un apagón ha afectado a la Península Ibérica. Millones de personas sin electricidad. ¿Causa? La privatización.

4/29/20252 min read

a bunch of power lines that are in the dirt
a bunch of power lines that are in the dirt

El 28 de abril de 2025, un apagón afectó a buena parte de la península ibérica. España y Portugal se vieron sacudidos por una interrupción eléctrica de gran magnitud. Duró unas 12 horas, sus efectos fueron importantes: trenes parados, aeropuertos descoordinados, hospitales en alerta y miles de ciudadanos desconectados. Detrás del fallo, se encuentra Red Eléctrica Española (REE), la empresa encargada de garantizar el suministro eléctrico en nuestro país. Pero, ¿quién es hoy Red Eléctrica? ¿Y qué ha cambiado desde su fundación?

Red Eléctrica Española nació en 1985 como una empresa pública. Fue la primera en el mundo dedicada exclusivamente al transporte y operación del sistema eléctrico. Su creación respondió a una necesidad clara: coordinar y garantizar el suministro eléctrico en todo el territorio nacional con un enfoque estratégico y al servicio del interés general. Durante años, REE fue una herramienta del Estado para asegurar una red robusta, segura y planificada a largo plazo.

Pero a partir de los años 90, con la ola privatizadora que recorrió Europa, la historia cambió. En 1999, el Gobierno de José María Aznar (PP) comenzó a vender progresivamente su participación en la empresa. Hoy, aunque el Estado sigue siendo el principal accionista a través de la SEPI (con cerca del 20%), la mayoría del capital está en manos privadas. Red Eléctrica cotiza en bolsa, reparte dividendos y responde, como cualquier otra empresa, a intereses económicos.

El reciente apagón pone de relieve una pregunta incómoda pero necesaria: ¿puede una empresa que gestiona una infraestructura tan crítica como la red eléctrica funcionar bajo lógicas de mercado? ¿O hemos puesto en manos privadas algo que, por su naturaleza, debería ser público y estratégico?

Cuando el Estado deja de tener el control real sobre servicios esenciales, los ciudadanos quedan expuestos. La rentabilidad pasa por delante de la previsión, la inversión y la resiliencia. Y los fallos (como el que vivimos) ya no son solo incidentes técnicos: son síntomas de un modelo que prioriza el beneficio sobre la seguridad.

Red Eléctrica aún lleva el apellido "Española", pero cada vez responde menos al interés colectivo que le dio origen. El apagón no fue solo un fallo en una línea de alta tensión. Fue una alerta sobre las consecuencias de ceder lo público al mercado. Y como ciudadano, no puedo dejar de preguntarme: ¿cuántos apagones más necesitamos para volver a encender el sentido común?